65 Escolasticismo
El tĆtulo de este episodio 65 es Escolasticismo_________________________________________________Una de las cuestiones mĆ”s importantes a las que se han enfrentado filĆ³sofos y teĆ³logos a lo largo de los siglos ha sido la interacciĆ³n entre la Fe y la RazĆ³n. ĀæSon enemigas o aliadas? ĀæLa fe cristiana es razonable o un salto ciego hacia una oscuridad irracional? Un gran avance en la respuesta a esto se produjo con la apariciĆ³n de un grupo de teĆ³logos medievales conocidos como los EscolĆ”sticos. Entre ellos destacan Anselmo de Canterbury en el siglo XI y TomĆ”s de Aquino en el XIII.En su novela Los Pilares de la Tierra, el autor Ken Follett teje una intrigante historia sobre la construcciĆ³n de una catedral en Inglaterra. Aunque la catedral y la ciudad son ficticias, Follett hace un trabajo magistral al captar la mentalidad y la visiĆ³n de la arquitectura medieval.He tenido el privilegio de visitar varias veces la catedral de Colonia, en Alemania, y me fascina lo que allĆ se encuentra. Mientras que a algunos evangĆ©licos estadounidenses modernos que critican la tradiciĆ³n puede que les eche para atrĆ”s toda la elaborada decoraciĆ³n y el simbolismo religioso de las catedrales GĆ³ticas de Europa, la mayorĆa las encuentran fascinantes estudios de arte, arquitectura y, con un poco de investigaciĆ³n, interesantes expresiones de pensamiento teolĆ³gico. VerĆ”s, la catedral GĆ³tica no era sĆ³lo un edificio; era un intento de encarnar los pensamientos de la Ć©poca sobre Dios y el hombre.Ā Como dice Bruce Shelly: "Los maestros medievales del estilo gĆ³tico intentaron representar en piedra y cristal la bĆŗsqueda religiosa central del hombre. QuerĆan representar una tensiĆ³n. Por un lado estaba el hombre que aspiraba a alcanzar las alturas del cielo; por otro, estaba Dios que condescenderĆa a dirigirse al mĆ”s pequeƱo de los hombres".Las columnas, los arcos y los campanarios apuntan hacia arriba como dedos hacia el cielo. Pero hacia abajo llega la luz a travĆ©s de las vidrieras que iluminan la Tierra y, mĆ”s concretamente, a quienes se han reunido en su interior para buscar a Dios. Es la versiĆ³n del arquitecto de la razĆ³n humana y la revelaciĆ³n divina.Las escuelas que albergaban estas catedrales dieron origen a las universidades de la Edad Media posterior. Su tarea consistĆa en comprender y explicar la CreaciĆ³n a la luz de la Palabra y los Caminos revelados de Dios. Al igual que las Cruzadas fueron un intento de extender la autoridad de Dios sobre el Medio Oriente, las universidades esperaban extender la comprensiĆ³n de Dios y Su creaciĆ³n sobre el reino de la mente.Pero, ĀæcĆ³mo se sometĆa el mundo de las ideas al gobierno de Dios? ĀæCĆ³mo iba a convertirse la razĆ³n en sierva de la fe? Esta Ć©poca del pensamiento cristiano se denomina "EscolĆ”stica" porque surgieron mĆ©todos distintivos de erudiciĆ³n y surgiĆ³ una teologĆa Ćŗnica. El objetivo de los escolĆ”sticos era doble: conciliar la doctrina cristiana con la razĆ³n humana y ordenar las enseƱanzas de la Iglesia en un sistema ordenado.Pero, es importante que seƱalemos desde el principio que una bĆŗsqueda libre de la verdad no estaba en el horizonte de los escolĆ”sticos. Las doctrinas de la fe cristiana ya estaban fijadas. El propĆ³sito de los escolĆ”sticos era mostrar la razonabilidad de esas doctrinas y explicarlas.Las primeras universidades estaban Ćntimamente ligadas a la Iglesia. SolĆan tener su sede en las catedrales. Un acadĆ©mico medieval era, la mayorĆa de las veces, un sacerdote o un monje. Esto comenzĆ³ siglos antes, cuando Benito de Nursia insistiĆ³ en que los monjes estudiaran como medio para su desarrollo espiritual. En el siglo VIII, Carlomagno, mientras soƱaba con un imperio cristiano, ampliĆ³ las oportunidades de estudio mediante un decreto por el que cada monasterio debĆa tener una escuela para enseƱar a los capaces de aprender. El propio emperador dio ejemplo con una escuela en el palacio para sus hijos y la corte.Aunque las escuelas de las catedrales se crearon principalmente para formar al clero, no pasĆ³ mucho tiempo antes de que los laicos fueran invitados a asistir tambiĆ©n.El plan de estudios se limitaba a gramĆ”tica, retĆ³rica, lĆ³gica, aritmĆ©tica, geometrĆa, mĆŗsica y astronomĆa -las 7 artes liberales, llamadas asĆ porque en la antigua Roma su estudio se habĆa reservado a los liberi = hombres libres-.Ā Los pocos textos disponibles eran escritos de un puƱado de eruditos de la Alta Edad Media. Los estudiantes aprendĆan de Casiodoro, Boecio, AgustĆn, el Papa Gregorio Magno y un puƱado de Padres de la Iglesia que el estudiante medieval no se atrevĆa a cuestionar.Podemos rastrear el nacimiento de las grandes universidades medievales a la influencia de varios maestros destacados. Fue su habilidad en la enseƱanza y su entusiasmo por el aprendizaje lo que atrajo a los estudiantes.Entre los primeros de esta nueva raza de eruditos se encontraba Gerberto, maestro de la escuela catedralicia de Reims [reems] en la segunda mitad del siglo X. Aunque procedĆa de una familia de campesinos, Gerberto se convirtiĆ³ en el papa Silvestre II. Su genio fue reconocido muy pronto, por lo que fue enviado a estudiar matemĆ”ticas a EspaƱa. AllĆ conociĆ³ la cultura tolerante de los musulmanes. Ćsta fue la primera de varias contribuciones significativas de los musulmanes al despertar intelectual cristiano de la Edad Media.Gerberto regresĆ³ a Reims muy impresionado por el espĆritu investigador e inquisitivo de los eruditos musulmanes. Cuando empezĆ³ a enseƱar, anunciĆ³ que las citas de las llamadas autoridades ya no iban a ser aceptadas como la Ćŗltima palabra. A partir de entonces, exigiĆ³ a sus alumnos que estudiaran los clĆ”sicos en su lengua original. EmpezĆ³ a coleccionar manuscritos donde podĆa y construyĆ³ una importante biblioteca. No era poca cosa si recordamos que un manuscrito podĆa tardar un aƱo en copiarse y costaba una fortuna.La figura mĆ”s notable de este primer periodo del escolasticismo fue Pedro Abelardo. Hijo mayor de un noble menor del noroeste de Francia, Pedro cediĆ³ sus derechos de herencia a sus hermanos menores para poder vagar por Francia y aprender de los grandes maestros. Pero hizo algo mĆ”s que escuchar. Desafiaba a aquellos a los que sorprendĆa en un error factual o filosĆ³fico.Ā No tardĆ³ en establecerse como profesor en ParĆs, donde atrajo a multitud de estudiantes.TambiĆ©n empezĆ³ a escribir. En un tratado titulado SĆ y No, planteĆ³ mĆ”s de cien preguntas sobre la enseƱanza cristiana, a las que respondiĆ³ con citas contradictorias de las Escrituras, los Padres de la Iglesia e incluso los clĆ”sicos paganos. Su argumento era que aĆŗn quedaban muchos frentes de debate e investigaciĆ³n por resolver.Ā Abelardo dijo: "La primera clave de la sabidurĆa es el cuestionamiento asiduo y frecuente.... Porque dudando llegamos a la indagaciĆ³n, y por la indagaciĆ³n llegamos a la verdad". Esta idea de utilizar la duda para alimentar la bĆŗsqueda del conocimiento era algo habitual para los antiguos griegos, pero un terreno peligroso para los europeos medievales. Abelardo tenĆa unos cuantos admiradores, pero muchos mĆ”s detractores, alarmados por su audaz cuestionamiento de lo que se consideraban autoridades intachables. DespuĆ©s de haber agitado demasiadas ollas y picado demasiadas colmenas, decidiĆ³ esconderse durante un tiempo en un monasterio.Un aƱo despuĆ©s se fue a vivir a un Ć”rea abierta al sureste de ParĆs. Sus seguidores le construyeron un refugio, labraron su tierra y le rogaron que volviera a enseƱar. AsĆ que, reanudando su bĆŗsqueda de la razĆ³n, Abelardo volviĆ³ a enfrentarse a los conservadores religiosos. Fue entonces cuando Abelardo entrĆ³ en conflicto con Bernardo de Claraval, el famoso predicador de la II Cruzada y el eclesiĆ”stico mĆ”s influyente de la cristiandad. De Abelardo, Bernardo dijo: "La fe del justo cree, no discute". Bernardo consiguiĆ³ que Abelardo fuera tachado de hereje y excomulgado. Abelardo se retirĆ³ a la abadĆa de Cluny, donde su abad, Pedro el Venerable, persuadiĆ³ a Bernardo para que se reconciliara con Abelardo. La excomuniĆ³n fue levantada. Abelardo pasĆ³ sus dos Ćŗltimos aƱos en el monasterio de Cluny, donde fue considerado un gran erudito y un sabio consejero.DejarĆ© de lado el matrimonio de Abelardo con HeloĆsa, una de las mĆ”s notables escenas de amor de la historia.Nadie pudo detener el crecimiento de las semillas que plantĆ³ Abelardo. Surgieron escuelas por toda Europa. Menos de cien aƱos despuĆ©s de su muerte, florecieron universidades en ParĆs, Orleans y Montpellier en Francia; al otro lado del Canal de la Mancha, en Oxford y Cambridge; y en Bolonia y Padua en Italia, todas ellas encendidas con las ideas que Abelardo despertĆ³.Los estudiantes y sus maestros formaron gremios. Al igual que habĆan hecho los artesanos desde el Imperio Romano, los eruditos se agruparon para proteger y promover sus intereses. Se llamaban a sĆ mismos universitas, el nombre medieval de cualquier grupo corporativo.En Italia, la mayorĆa de los estudiantes eran hombres adultos que cursaban estudios avanzados de derecho y medicina. Sus gremios ejercĆan un enorme poder. Los estudiantes pagaban a los profesores, determinaban los cursos que debĆan impartirse y multaban a cualquier profesor que se saltara un capĆtulo en la exposiciĆ³n de su materia. Sin duda, un giro con respecto a las escuelas actuales.En las universidades Inglesas y Francesas, donde los estudiantes eran mĆ”s jĆ³venes, los gremios de eruditos tenĆan la Ćŗltima palabra. ProhibĆan los juramentos y el juego, multaban a los estudiantes por saltarse el toque de queda y establecĆan los modales en la mesa.Las universidades medievales no eran los edificios con paredes de marfil y cĆ©spedes que conocemos hoy. Al principio, en Oxford y Cambridge las clases se impartĆan en chozas y cobertizos junto a los caminos. Se reunĆan en salas laterales de la catedral en ParĆs, en plazas abiertas en Italia.Ā Cuando el prestigio y los ingresos de un profesor aumentaban, podĆa alquilar una habitaciĆ³n para sus alumnos, donde se sentaban en suelos cubiertos de paja. Al carecer de propiedad fija, podĆan trasladarse cuando se enfrentaban a las autoridades locales.Junto con las clases, los maestros utilizaban lo que se llamaban disputas. Dos o mĆ”s maestros debatĆan un texto utilizando el mĆ©todo de preguntas y respuestas de Abelardo. AsĆ se desarrollĆ³ la EscolĆ”stica. SurgiĆ³ del laborioso proceso de llegar a conclusiones lĆ³gicas mediante preguntas, exĆ”menes y la organizaciĆ³n de los detalles en un sistema lĆ³gico. Las disputas escolĆ”sticas provocaban a menudo enfrentamientos acalorados y sentimientos amargos. Las guerras de lĆ³gica se prolongaron durante aƱos entre diferentes eruditos, y los partidarios de cada uno vitoreaban a su hĆ©roe con fuertes silbidos y pisotones. La cuestiĆ³n era que los estudiantes aprendĆan a pensar. La aceptaciĆ³n incuestionable de las autoridades tradicionales ya no estaba asegurada. Ahora, las conclusiones tenĆan que cuadrar con la doctrina cristiana.El escolasticismo era menos una filosofĆa o una teologĆa que un mĆ©todo de aprendizaje. Se hacĆa hincapiĆ© en armonizar la fe y la razĆ³n. Los escolĆ”sticos utilizaron la antigua prĆ”ctica griega de cuestionar implacablemente la autoridad tradicional.Ā La verdad ya no se aceptarĆa sĆ³lo porque lo dijeran los que tenĆan autoridad. La verdad debĆa analizarse rigurosamente y llevarse al terreno de la razĆ³n. DespuĆ©s de todo, Āæno decĆa la Biblia que debemos amar a Dios con toda nuestra mente?Los escolĆ”sticos eran conocidos por su cuidadoso trazado de distinciones. En las aulas y en los libros, los temas se debatĆan enĆ©rgicamente, y una de las partes del debate ni siquiera se creĆa realmente, sino que se proponĆa como forma de comprobar el valor de la parte que se afirmaba.Los escolĆ”sticos querĆan armonizar la teologĆa cristiana con la filosofĆa de la Ć©poca clĆ”sica, especialmente la de AristĆ³teles y los neoplatĆ³nicos.Algunos escolĆ”sticos destacados son Alejandro de Hales, Alberto Magno, Duns Escoto, Guillermo de Ockham y Buenaventura. Dos de los mĆ”s grandes fueron Anselmo de Canterbury y TomĆ”s de Aquino.Ā La obra maestra de TomĆ”s de Aquino, la Suma TeolĆ³gica, se considera la obra cumbre de los escolĆ”sticos.Anselmo naciĆ³ en una de las muchas casas nobles de Europa a principios del siglo XI. Como no tenĆa muchas posibilidades de destacar en el Ć”mbito polĆtico, se hizo monje benedictino. Sus estudios le seƱalaron rĆ”pidamente como un hombre de aguda inteligencia y profunda reflexiĆ³n filosĆ³fica. Fue nombrado Arzobispo de Canterbury durante los Ćŗltimos 17 aƱos de su vida.A menudo se llama a Anselmo el fundador del Escolasticismo, y ejerciĆ³ una gran influencia en la teologĆa europea. Es mĆ”s famoso por ser el creador del Argumento OntolĆ³gico de la existencia de Dios y de la TeorĆa de la SatisfacciĆ³n de la ExpiaciĆ³n, segĆŗn la cual la muerte de JesĆŗs satisfizo las justas exigencias de la justicia de Dios.Anselmo dedicĆ³ la mayor parte de su tiempo a elaborar argumentos razonables para las proposiciones teolĆ³gicas que ya aceptaba como verdaderas por la fe. Su objetivo no era justificar la fe mediante la razĆ³n. QuerĆa comprender mejor lo que creĆa. Consideraba que la razĆ³n era la sierva de la fe, y no al revĆ©s.Ā La fe era lo primero y guiaba a la razĆ³n. EscribiĆ³: "Creo para comprender". Pensaba que las cosas espirituales debĆan ser objeto de experiencia antes de que pudieran ser comprendidas por el intelecto. Dijo: "El que no cree no ha sentido, y el que no ha sentido, no comprende". SostenĆa que Cristo debĆa llegar al intelecto por la vĆa de la fe y no a la fe por el intelecto. Se declarĆ³ en contra de la creencia ciega, y calificĆ³ de pecado de negligencia que quien tiene fe no se esfuerce por conocer.Anselmo dio pruebas razonables de la existencia de Dios y razones convincentes de que Dios es una deidad autoexistente, inmaterial, todopoderosa, compasiva, justa y misericordiosa. En su libro ĀæPor quĆ© el Dios-Hombre? Anselmo demostrĆ³ la relaciĆ³n entre la encarnaciĆ³n y la expiaciĆ³n. Su argumento de que la expiaciĆ³n de Cristo satisfacĆa a Dios tuvo un poderoso impacto tanto en Lutero como en Calvino siglos mĆ”s tarde. EscribiĆ³ sobre la naturaleza de la Trinidad, el pecado original, el libre albedrĆo, la armonĆa de la presciencia y la preordenaciĆ³n, y por quĆ© cayĆ³ SatanĆ”s.Las dos fuentes de conocimiento de Anselmo eran la Biblia y la enseƱanza de la Iglesia que, segĆŗn Ć©l, estaban en total acuerdo entre sĆ y con toda la filosofĆa verdadera. SentĆa la mĆ”s profunda admiraciĆ³n por AgustĆn, y su concordancia con Ć©l le valiĆ³ a Anselmo los tĆtulos de "2Āŗ AgustĆn" y "Lengua de AgustĆn".Ā Ā AdemĆ”s de ser un hombre de autĆ©ntica piedad y devociĆ³n a Dios, el historiador de la Iglesia Philip Schaff afirma que Anselmo fue probablemente el pensador mĆ”s original desde AgustĆn.Quiero compartir la interesante historia de los conflictos de Anselmo con dos reyes de Inglaterra. La mejor forma de hacerlo es contar la historia como hace Schaff en el Vol 5 de su serie Historia de la Iglesia.Guillermo II, llamado Guillermo Rufo o el Rojo por el color de su pelo, tercer hijo de Guillermo el Conquistador, gobernĆ³ de 1087 a 1100. Probablemente lo Ćŗnico bueno que hizo en todo su reinado fue nombrar a Anselmo arzobispo de Canterbury. Guillermo heredĆ³ todos los vicios y ninguna de las virtudes de su padre. Despreciaba al clero. Se decĆa que "temĆa poco a Dios y nada a los hombres". No era tan escĆ©ptico como profano y blasfemo. CreĆa en Dios ĆØ y lo odiaba. No estaba casado, pero se entregaba a una inmoralidad flagrante. La gente decĆa que cada maƱana se levantaba peor y cada noche se acostaba peor.SaqueĆ³ la Iglesia y oprimiĆ³ al clero. DespojĆ³ a las iglesias y monasterios de sus ingresos dejĆ”ndolos vacĆos o vendiĆ©ndolos al mejor postor. En cuatro aƱos transformĆ³ treinta cementerios en parques reales para satisfacer su pasiĆ³n por la caza, lo que al final le costĆ³ la vida.Cuando muriĆ³ el arzobispo de Canterbury, Guillermo mantuvo la sede vacante durante cuatro aƱos. Bajo la influencia de una grave enfermedad, cediĆ³ finalmente a la presiĆ³n para elegir a Anselmo, que se encontraba entonces en Inglaterra y era conocido como un profundo teĆ³logo de carĆ”cter piadoso. DifĆcilmente puede imaginarse un mayor contraste de hombres. Anselmo no querĆa ser arzobispo. QuerĆa volver a la vida de monje tranquilo en su abadĆa del norte de Italia. Pero sintiĆ³ la llamada de Dios, aunque si aceptaba se enfrentarĆa a una batalla interminable con el rey inglĆ©s.Fue nombrado en su sede con gran celebraciĆ³n el 2Āŗ domingo de Adviento de 1093 e inmediatamente se dispuso a reavivar la disciplina que habĆa decaĆdo durante los aƱos anteriores.Era la Ć©poca del Gran Cisma Papal y el rey Guillermo apoyaba al papa francĆ©s Clemente III, mientras que Anselmo debĆa lealtad a Urbano II. El rey insistiĆ³ en que Anselmo recibiera de Clemente el palio arzobispal, su vestidura, y luego exigiĆ³ que fuera ĆL quien le confiriera la autoridad de Anselmo. Por supuesto, Anselmo se negĆ³ y tomĆ³ el palio del agente de Urbano, que habĆa llevado la vestidura a Inglaterra en un estuche especial.Cuando el arzobispo se negĆ³ a satisfacer las cada vez mayores exigencias financieras de Guillermo, el rey lo llevĆ³ a los tribunales. Anselmo se negĆ³ a comparecer; un tribunal civil no tenĆa jurisdicciĆ³n en asuntos eclesiĆ”sticos. Era la vieja cuestiĆ³n de si un funcionario eclesiĆ”stico, en su calidad de clĆ©rigo, debĆa lealtad al papa o a la corona.Anselmo consiguiĆ³ el permiso del rey en 1097 para ir a Roma. Pero Guillermo enviĆ³ tropas tras Ć©l y lo alcanzĆ³ en Dover. Registraron el equipaje de Anselmo y se apoderaron de las ofrendas que llevaba a Roma. El viaje de Anselmo terminĆ³ como un exilio.Anselmo fue recibido calurosamente por el papa, que amenazĆ³ a Guillermo con la excomuniĆ³n y pronunciĆ³ una maldiciĆ³n sobre cualquier laico que pensara, como Guillermo, que podĆa investir a un obispo con autoridad espiritual. La maldiciĆ³n papal iba mĆ”s allĆ”, a cualquiera que aceptara tal falsa investidura.A principios de agosto de 1100, mientras cazaba en el Bosque Nuevo, el Rey Rojo fue asesinado por una flecha.Ā Nadie sabe si se la disparĆ³ un cazador o un asesino. Hubo poco luto por un rey que casi todos esperaban que cayera muerto. No les habrĆa sorprendido que lo hubiera matado un rayo.Pero Ć©ste no es el final de los problemas de Anselmo con los monarcas. Cuando Guillermo II muriĆ³, su hermano menor, Enrique I, subiĆ³ al trono. Enrique fue en general un buen rey que hizo mucho por erradicar lo peor de la corrupciĆ³n de la corte. ReconciliĆ³ al clero sacando a Anselmo del exilio, pero renovĆ³ la controversia sobre la investidura. NombrĆ³ obispos y abades, y exigiĆ³ a Anselmo que los consagrara. Anselmo se negĆ³ una y otra vez. AsĆ pues, fue enviado a un segundo exilio. La reina sentĆa una extraordinaria devociĆ³n por Anselmo e intentĆ³ mediar entre Ć©l y su marido. InstĆ³ a Anselmo a que regresara, aunque tuviera que transigir un poco y conceder a Enrique cierto poder para intervenir en el nombramiento del clero. RecordĆ³ a Anselmo que el apĆ³stol Pablo circuncidĆ³ a Timoteo como medida de compromiso.Siguiendo el ejemplo de Urbano, el papa Pascual II excomulgĆ³ a los obispos que aceptaron los nombramientos de Enrique. Pero Enrique quiso reconciliarse con Anselmo. Se reunieron en NormandĆa y acordaron hacer un llamamiento conjunto al Papa. Ćste confirmĆ³ las investiduras anteriores del rey con la condiciĆ³n de que renunciara al derecho a futuros nombramientos. Esta decisiĆ³n fue ratificada en agosto de 1106. El rey prometiĆ³ restituir a Anselmo las rentas de Canterbury durante su ausencia, dejar de reclamar las rentas de los obispados y abadĆas vacantes, y devolver todas las multas del clero. Y aunque cumpliĆ³ su promesa de no nombrar nuevos clĆ©rigos, enviĆ³ a las sedes vacantes los nombres de los candidatos que le gustarĆa que las ocuparan.Anselmo regresĆ³ triunfante a Inglaterra, y fue recibido por la reina a la cabeza de los monjes y del clero. En un concilio celebrado en Westminster en 1107, el rey renunciĆ³ formalmente al privilegio de la investidura. Durante los Ćŗltimos aƱos de su vida, Anselmo gozĆ³ de la amistad y el respeto del rey, y durante la ausencia de Enrique en el continente en 1108, se le confiĆ³ la regencia y el cuidado de la familia real.MuriĆ³ en 1109. Su impacto en el Arzobispado fue tan grande que la sede no se ocupĆ³ durante cinco aƱos.La prĆ³xima vez echaremos un vistazo al verdadero hombre importante entre los escolĆ”sticos: TomĆ”s de Aquino.