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The History of the Christian Church

Pastor Lance Ralston
The History of the Christian Church
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  • 68 de Papas y PrĆ­ncipes
    El título de este episodio es de Papas y Príncipes.En lo que respecta a la Iglesia de Occidente, el siglo XIV se abrió con una nota que aparentaba ser fuerte. A principios del año 1300, el papa Bonifacio VIII proclamó un Año de Jubileo, un nuevo acontecimiento en el calendario de la Iglesia. El decreto del Papa anunciaba el perdón general de todos los pecados para todos los que visitaran las iglesias de San Pedro y San Pablo de Roma durante los 10 siguientes meses. Grandes multitudes acudieron a la ciudad.Bonifacio VIII era interesante. Le gustaba la ceremonia ostentosa y pretenciosa. Aparecía regularmente en público vestido con ropajes reales, o mejor aún, imperiales, anunciando: "Soy el César. Soy emperador". Su corona papal tenía 48 rubíes, 72 zafiros, 45 esmeraldas y 66 grandes perlas. Se permitía el lujo de ser generoso con el perdón. En la iglesia de San Pablo, los peregrinos a Roma mantenían a los sacerdotes ocupados noche y día recogiendo y contando las interminables ofrendas.Para Bonifacio, mirando al futuro los años parecían brillantes.  El Vaticano había mantenido un poder religioso y político sin rivales durante 2 siglos y no había nada en el horizonte que anunciara un cambio. El Papa tenía ante sí el brillante ejemplo de Inocencio III, que cien años antes había dominado a emperadores y reyes. Bonifacio supuso que seguiría en la misma línea.Pero sólo 3 años después, Bonifacio murió a consecuencia del mayor insulto personal jamÔs infligido a un Papa. Incluso mientras los celebrantes del Jubileo se regocijaban, había fuerzas trabajando para acabar con la supremacía de la soberanía papal medieval.No hace falta estudiar mucho la historia para darse cuenta de que a menudo se estÔn produciendo grandes cambios bajo la superficie, mucho antes de que la gente sea consciente de ellos. El siglo XIV fue una época así. Los papas de Roma continuaron "como si nada" mientras nuevas ideas y fuerzas radicales alteraban la Fe.  La idea de la Cristiandad, un Imperio cristiano que unificó Europa del siglo VI al XIV, se estaba deteriorando rÔpidamente.La llamada Cristiandad había sido útil para crear la Europa de los siglos VII y VIII. Pero su importancia se desvaneció en los siglos XII y XIII. El Papa Inocencio III había demostrado que la soberanía papal era eficaz para reunir a los príncipes en una cruzada o para defender a la Iglesia contra los herejes. Pero en los siglos XIV y XV se produjo un marcado declive del poder y el prestigio papal.Como estamos acostumbrados a pensar en el mundo político, como un conjunto de naciones-estado, nos cuesta hacernos a la idea de que son un fenómeno bastante reciente. Durante la mayor parte de la historia, la gente vivía regionalmente; sus vidas y pensamientos estaban limitados por las fronteras de su condado o aldea. Durante siglos, Galos y Godos se definieron a sí mismos por su tribu. Nunca se les ocurrió llamarse Franceses o Alemanes. Tales etiquetas nacionales no entran en juego hasta mÔs tarde, cuando Europa salió de la Edad Media hacia lo que llamamos el Mundo Moderno. Un mundo, por cierto, marcado como moderno precisamente por esta nueva forma de identificarnos.En el siglo XIV, la gente empezaba a acostumbrarse a la idea de que eran ingleses o franceses. Esto fue posible porque, por primera vez, empezaron a pensar en el estado político en términos independientes de su afiliación religiosa.Europa se alejaba, muy lentamente, de su pasado feudal. La tierra era menos importante, ya que el dinero en efectivo se convirtió en el nuevo énfasis. Los dirigentes políticos se dieron cuenta de que necesitaban fuentes de ingresos cada vez mayores, lo que significaba impuestos.Eduardo I de Inglaterra y Felipe el Hermoso de Francia estaban en conflicto, como había sido habitual durante siglos. Para financiar sus cada vez mÔs costosas campañas de expansión territorial, decidieron exigir impuestos al clero. Pero los papas habían mantenido durante mucho tiempo que la Iglesia estaba exenta de tales impuestos, sobre todo si el dinero recaudado se iba a utilizar para que la sangre de otro saliera de su cuerpo a gran velocidad.En 1296, el papa Bonifacio VIII promulgó un decreto en el que amenazaba con la excomunión a cualquier gobernante que impusiera impuestos al clero y a cualquier miembro del clero que pagara sin el consentimiento del Papa. Pero Eduardo y Felipe pertenecían al nuevo tipo de monarca que avanzaba hacia los numerosos tronos de Europa. No les impresionaban las amenazas de Roma. Eduardo advirtió que, si la Iglesia no pagaba, se le retiraría la protección de la Corona y se le confiscarían sus propiedades en lugar de los impuestos. La respuesta de Felipe fue bloquear la exportación de oro, plata y joyas procedentes de Francia, privando a Roma de una importante fuente de ingresos procedentes de sus recaudaciones.El Papa Bonifacio dio marcha atrÔs, protestando por haber sido malinterpretado. Estaba seguro de que no había querido cortar las contribuciones para la defensa del reino en tiempos de necesidad. Fue una clara victoria para ambos reyes.Sin embargo, su victoria sobre el poder papal aún tenía camino por recorrer. Reforzado por el éxito del Jubileo, El Papa Bonifacio asumió que la reverencia que se le profesaba en todos los rincones de Europa se extendía también a la esfera civil. Mandó añadir otro ornamento de oro a su corona, que significaba su poder temporal. Luego, persiguió al rey Felipe de Francia, tratando de debilitar su derecho de gobernar. Felipe respondió desafiando al Papa a que mostrara dónde había dado Jesús a la Iglesia autoridad temporal.En el año 1301, Felipe encarceló a un obispo francés acusado de traición. Bonifacio ordenó su liberación y anuló su anterior concesión sobre los impuestos de las tierras de la Iglesia. Al año siguiente, Felipe convocó a la nobleza, el clero y otros dirigentes de Francia y formó una especie de parlamento de Francia. Obtuvo entonces su apoyo unÔnime en su disputa con el Papa. Uno de los nuevos ministros civiles expresó así la elección que debían hacer: "La espada de mi señor es de acero; la del Papa, de palabras".Varios meses después, Bonifacio emitió la afirmación mÔs extrema del poder papal en la historia de la Iglesia; la Bula papal conocida como Unam Sanctum = El Único Santo, la mÔs famosa de todas las bulas de la Edad Media, que afirmaba la autoridad del Papa sobre todas las demÔs autoridades. Su significado era inconfundible. Declaró: "Es del todo necesario que todo ser humano esté sometido al Pontífice Romano".La respuesta de Felipe al Unam Sanctum no fue menos drÔstica. Solicitó la destitución de Bonifacio alegando que su elección había sido ilegal. Para llevar a cabo este plan, Felipe recurrió a Guillermo de Nogaret, el abogado que le ayudó a establecer las bases políticas de Francia.Nogaret era también un maestro en la presentación de las llamadas "pruebas".  Había conseguido testimonios para apoyar su caso por medios tan dudosos como desnudar a un testigo, untarlo de miel y colgarlo cerca de una colmena. Su caso contra Bonifacio iba mucho mÔs allÔ de la acusación de que su elección era ilegítima. Nogaret afirmó que el Papa era culpable de herejía, simonía y grave inmoralidad. Autorizado por una asamblea francesa de clérigos y nobles, se apresuró a viajar a Italia para traer al Papa a Francia y juzgarlo ante un concilio eclesiÔstico.Bonifacio tenía 86 años y había abandonado Roma para pasar el verano. Se alojaba en su ciudad natal cuando Nogaret llegó con tropas. Irrumpieron en la habitación de Bonifacio, maltratÔndolo violentamente. Esperaron unos días a que se recuperara y se dispusieron a regresar a Francia. Pero los habitantes de la ciudad descubrieron lo que ocurría y rescataron al Papa. Murió unas semanas después, débil y humillado.Este trÔgico asunto se convierte en una especie de marcador del hecho de que los gobernantes de Europa ya no tolerarían la interferencia papal en lo que consideraban asuntos políticos. El problema era que, después de tantos siglos de Cristiandad, resultaba difícil determinar dónde terminaba la política y dónde empezaban los asuntos de la Iglesia. Lo que estaba claro era que el poder de un rey dentro de su propio país era ahora un hecho.Al mismo tiempo, el abuso de un Papa, aunque fuera impopular, se resentía profundamente. A pesar de su declaración del Jubileo, Bonifacio no era un líder querido. Había sido objetivo de muchas críticas. Para que te hagas una idea de lo bajo que había caído la estima de Bonifacio, Dante, autor de La Divina Comedia, le reservó un lugar en el infierno. Aun así, el Papa era el Vicario de Cristo. Pocas personas de aquella época podían concebir el Cristianismo sin el Papa y la jerarquía eclesiÔstica que presidía.Incluso cuando no existía un vocabulario político para ello, la gente de principios del siglo XIV empezó a distinguir entre la autoridad secular y la religiosa y a reconocer los derechos de cada una en su propio lugar.Cuando el sucesor de Bonifacio murió tras un breve reinado, el audaz golpe de Felipe pareció dar sus frutos. En el año 1305, el Colegio de Cardenales eligió a un Francés, el Arzobispo de Burdeos, como Papa Clemente V. Clemente nunca puso un pie en Roma, prefiriendo permanecer mÔs cerca de casa, donde siempre estaba accesible para cumplir las órdenes reales.La elección de Clemente marcó el inicio de un periodo de 72 años llamado "La Cautividad Babilónica del Papado", en honor al exilio judío de unos 2000 años antes. Después de Clemente, seis papas, todos franceses, gobernaron desde la ciudad francesa de Aviñón y no en Roma.Este traslado de los Papas a Francia era algo mÔs que una cuestión geogrÔfica. En el pensamiento de los europeos, la Ciudad Eterna de Roma representaba no sólo la idea de la Sucesión Apostólica de la Iglesia fundada por San Pedro, sino también del Imperio Romano. ¿Aviñón estaba rodeada por qué? El Reino de Francia. La Iglesia era un mero instrumento en manos de una nación, la francesa, sedienta de poder.Esto se resintió amargamente en Alemania. En el año 1324, el Emperador Luis el BÔvaro actuó contra el Papa Francés Juan XXII apelando a un concilio general. Entre los eruditos que apoyaban tal medida estaba Marsilio de Padua, que había huido de la Universidad de París. En 1326, Marsilio y su colega Juan de Jandún presentaron a Luis una obra titulada Defensor de la paz. En ella se cuestionaba toda la estructura papal de la Iglesia y se abogaba por un gobierno democrÔtico. Defensor de la Paz afirmaba que la Iglesia era la comunidad de todos los creyentes y que el sacerdocio no era superior a los laicos. Ni los papas, ni los obispos, ni los sacerdotes tenían ninguna función especial; sólo servían como agentes de la comunidad de creyentes.En esta visión revolucionaria de la Iglesia, el Papa se convertía en un cargo ejecutivo del consejo eclesiÔstico, que eran simplemente ancianos espirituales. El Papa estaba subordinado a la autoridad del Consejo. Esta nueva forma de gobierno de la Iglesia se llamó Conciliarismo. Pronto pasaría de la teoría a la prÔctica.Pero eso -como solemos decir- es tema para otro podcast._________________Deseo dedicar un momento al final de este episodio para dar las gracias una vez mÔs a todos los que se han tomado la molestia de hacernos una reseña en iTunes. Al ser el mayor portal de podcasts, las opiniones allí ayudan mucho a promocionar CS.Y gracias a quienes han hecho donaciones a CS recientemente. Cada donación se utiliza para mantener el podcast en funcionamiento.
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  • 68 de Papas y PrĆ­ncipes
    El título de este episodio es de Papas y Príncipes.En lo que respecta a la Iglesia de Occidente, el siglo XIV se abrió con una nota que aparentaba ser fuerte. A principios del año 1300, el papa Bonifacio VIII proclamó un Año de Jubileo, un nuevo acontecimiento en el calendario de la Iglesia. El decreto del Papa anunciaba el perdón general de todos los pecados para todos los que visitaran las iglesias de San Pedro y San Pablo de Roma durante los 10 siguientes meses. Grandes multitudes acudieron a la ciudad.Bonifacio VIII era interesante. Le gustaba la ceremonia ostentosa y pretenciosa. Aparecía regularmente en público vestido con ropajes reales, o mejor aún, imperiales, anunciando: "Soy el César. Soy emperador". Su corona papal tenía 48 rubíes, 72 zafiros, 45 esmeraldas y 66 grandes perlas. Se permitía el lujo de ser generoso con el perdón. En la iglesia de San Pablo, los peregrinos a Roma mantenían a los sacerdotes ocupados noche y día recogiendo y contando las interminables ofrendas.Para Bonifacio, mirando al futuro los años parecían brillantes.  El Vaticano había mantenido un poder religioso y político sin rivales durante 2 siglos y no había nada en el horizonte que anunciara un cambio. El Papa tenía ante sí el brillante ejemplo de Inocencio III, que cien años antes había dominado a emperadores y reyes. Bonifacio supuso que seguiría en la misma línea.Pero sólo 3 años después, Bonifacio murió a consecuencia del mayor insulto personal jamÔs infligido a un Papa. Incluso mientras los celebrantes del Jubileo se regocijaban, había fuerzas trabajando para acabar con la supremacía de la soberanía papal medieval.No hace falta estudiar mucho la historia para darse cuenta de que a menudo se estÔn produciendo grandes cambios bajo la superficie, mucho antes de que la gente sea consciente de ellos. El siglo XIV fue una época así. Los papas de Roma continuaron "como si nada" mientras nuevas ideas y fuerzas radicales alteraban la Fe.  La idea de la Cristiandad, un Imperio cristiano que unificó Europa del siglo VI al XIV, se estaba deteriorando rÔpidamente.La llamada Cristiandad había sido útil para crear la Europa de los siglos VII y VIII. Pero su importancia se desvaneció en los siglos XII y XIII. El Papa Inocencio III había demostrado que la soberanía papal era eficaz para reunir a los príncipes en una cruzada o para defender a la Iglesia contra los herejes. Pero en los siglos XIV y XV se produjo un marcado declive del poder y el prestigio papal.Como estamos acostumbrados a pensar en el mundo político, como un conjunto de naciones-estado, nos cuesta hacernos a la idea de que son un fenómeno bastante reciente. Durante la mayor parte de la historia, la gente vivía regionalmente; sus vidas y pensamientos estaban limitados por las fronteras de su condado o aldea. Durante siglos, Galos y Godos se definieron a sí mismos por su tribu. Nunca se les ocurrió llamarse Franceses o Alemanes. Tales etiquetas nacionales no entran en juego hasta mÔs tarde, cuando Europa salió de la Edad Media hacia lo que llamamos el Mundo Moderno. Un mundo, por cierto, marcado como moderno precisamente por esta nueva forma de identificarnos.En el siglo XIV, la gente empezaba a acostumbrarse a la idea de que eran ingleses o franceses. Esto fue posible porque, por primera vez, empezaron a pensar en el estado político en términos independientes de su afiliación religiosa.Europa se alejaba, muy lentamente, de su pasado feudal. La tierra era menos importante, ya que el dinero en efectivo se convirtió en el nuevo énfasis. Los dirigentes políticos se dieron cuenta de que necesitaban fuentes de ingresos cada vez mayores, lo que significaba impuestos.Eduardo I de Inglaterra y Felipe el Hermoso de Francia estaban en conflicto, como había sido habitual durante siglos. Para financiar sus cada vez mÔs costosas campañas de expansión territorial, decidieron exigir impuestos al clero. Pero los papas habían mantenido durante mucho tiempo que la Iglesia estaba exenta de tales impuestos, sobre todo si el dinero recaudado se iba a utilizar para que la sangre de otro saliera de su cuerpo a gran velocidad.En 1296, el papa Bonifacio VIII promulgó un decreto en el que amenazaba con la excomunión a cualquier gobernante que impusiera impuestos al clero y a cualquier miembro del clero que pagara sin el consentimiento del Papa. Pero Eduardo y Felipe pertenecían al nuevo tipo de monarca que avanzaba hacia los numerosos tronos de Europa. No les impresionaban las amenazas de Roma. Eduardo advirtió que, si la Iglesia no pagaba, se le retiraría la protección de la Corona y se le confiscarían sus propiedades en lugar de los impuestos. La respuesta de Felipe fue bloquear la exportación de oro, plata y joyas procedentes de Francia, privando a Roma de una importante fuente de ingresos procedentes de sus recaudaciones.El Papa Bonifacio dio marcha atrÔs, protestando por haber sido malinterpretado. Estaba seguro de que no había querido cortar las contribuciones para la defensa del reino en tiempos de necesidad. Fue una clara victoria para ambos reyes.Sin embargo, su victoria sobre el poder papal aún tenía camino por recorrer. Reforzado por el éxito del Jubileo, El Papa Bonifacio asumió que la reverencia que se le profesaba en todos los rincones de Europa se extendía también a la esfera civil. Mandó añadir otro ornamento de oro a su corona, que significaba su poder temporal. Luego, persiguió al rey Felipe de Francia, tratando de debilitar su derecho de gobernar. Felipe respondió desafiando al Papa a que mostrara dónde había dado Jesús a la Iglesia autoridad temporal.En el año 1301, Felipe encarceló a un obispo francés acusado de traición. Bonifacio ordenó su liberación y anuló su anterior concesión sobre los impuestos de las tierras de la Iglesia. Al año siguiente, Felipe convocó a la nobleza, el clero y otros dirigentes de Francia y formó una especie de parlamento de Francia. Obtuvo entonces su apoyo unÔnime en su disputa con el Papa. Uno de los nuevos ministros civiles expresó así la elección que debían hacer: "La espada de mi señor es de acero; la del Papa, de palabras".Varios meses después, Bonifacio emitió la afirmación mÔs extrema del poder papal en la historia de la Iglesia; la Bula papal conocida como Unam Sanctum = El Único Santo, la mÔs famosa de todas las bulas de la Edad Media, que afirmaba la autoridad del Papa sobre todas las demÔs autoridades. Su significado era inconfundible. Declaró: "Es del todo necesario que todo ser humano esté sometido al Pontífice Romano".La respuesta de Felipe al Unam Sanctum no fue menos drÔstica. Solicitó la destitución de Bonifacio alegando que su elección había sido ilegal. Para llevar a cabo este plan, Felipe recurrió a Guillermo de Nogaret, el abogado que le ayudó a establecer las bases políticas de Francia.Nogaret era también un maestro en la presentación de las llamadas "pruebas".  Había conseguido testimonios para apoyar su caso por medios tan dudosos como desnudar a un testigo, untarlo de miel y colgarlo cerca de una colmena. Su caso contra Bonifacio iba mucho mÔs allÔ de la acusación de que su elección era ilegítima. Nogaret afirmó que el Papa era culpable de herejía, simonía y grave inmoralidad. Autorizado por una asamblea francesa de clérigos y nobles, se apresuró a viajar a Italia para traer al Papa a Francia y juzgarlo ante un concilio eclesiÔstico.Bonifacio tenía 86 años y había abandonado Roma para pasar el verano. Se alojaba en su ciudad natal cuando Nogaret llegó con tropas. Irrumpieron en la habitación de Bonifacio, maltratÔndolo violentamente. Esperaron unos días a que se recuperara y se dispusieron a regresar a Francia. Pero los habitantes de la ciudad descubrieron lo que ocurría y rescataron al Papa. Murió unas semanas después, débil y humillado.Este trÔgico asunto se convierte en una especie de marcador del hecho de que los gobernantes de Europa ya no tolerarían la interferencia papal en lo que consideraban asuntos políticos. El problema era que, después de tantos siglos de Cristiandad, resultaba difícil determinar dónde terminaba la política y dónde empezaban los asuntos de la Iglesia. Lo que estaba claro era que el poder de un rey dentro de su propio país era ahora un hecho.Al mismo tiempo, el abuso de un Papa, aunque fuera impopular, se resentía profundamente. A pesar de su declaración del Jubileo, Bonifacio no era un líder querido. Había sido objetivo de muchas críticas. Para que te hagas una idea de lo bajo que había caído la estima de Bonifacio, Dante, autor de La Divina Comedia, le reservó un lugar en el infierno. Aun así, el Papa era el Vicario de Cristo. Pocas personas de aquella época podían concebir el Cristianismo sin el Papa y la jerarquía eclesiÔstica que presidía.Incluso cuando no existía un vocabulario político para ello, la gente de principios del siglo XIV empezó a distinguir entre la autoridad secular y la religiosa y a reconocer los derechos de cada una en su propio lugar.Cuando el sucesor de Bonifacio murió tras un breve reinado, el audaz golpe de Felipe pareció dar sus frutos. En el año 1305, el Colegio de Cardenales eligió a un Francés, el Arzobispo de Burdeos, como Papa Clemente V. Clemente nunca puso un pie en Roma, prefiriendo permanecer mÔs cerca de casa, donde siempre estaba accesible para cumplir las órdenes reales.La elección de Clemente marcó el inicio de un periodo de 72 años llamado "La Cautividad Babilónica del Papado", en honor al exilio judío de unos 2000 años antes. Después de Clemente, seis papas, todos franceses, gobernaron desde la ciudad francesa de Aviñón y no en Roma.Este traslado de los Papas a Francia era algo mÔs que una cuestión geogrÔfica. En el pensamiento de los europeos, la Ciudad Eterna de Roma representaba no sólo la idea de la Sucesión Apostólica de la Iglesia fundada por San Pedro, sino también del Imperio Romano. ¿Aviñón estaba rodeada por qué? El Reino de Francia. La Iglesia era un mero instrumento en manos de una nación, la francesa, sedienta de poder.Esto se resintió amargamente en Alemania. En el año 1324, el Emperador Luis el BÔvaro actuó contra el Papa Francés Juan XXII apelando a un concilio general. Entre los eruditos que apoyaban tal medida estaba Marsilio de Padua, que había huido de la Universidad de París. En 1326, Marsilio y su colega Juan de Jandún presentaron a Luis una obra titulada Defensor de la paz. En ella se cuestionaba toda la estructura papal de la Iglesia y se abogaba por un gobierno democrÔtico. Defensor de la Paz afirmaba que la Iglesia era la comunidad de todos los creyentes y que el sacerdocio no era superior a los laicos. Ni los papas, ni los obispos, ni los sacerdotes tenían ninguna función especial; sólo servían como agentes de la comunidad de creyentes.En esta visión revolucionaria de la Iglesia, el Papa se convertía en un cargo ejecutivo del consejo eclesiÔstico, que eran simplemente ancianos espirituales. El Papa estaba subordinado a la autoridad del Consejo. Esta nueva forma de gobierno de la Iglesia se llamó Conciliarismo. Pronto pasaría de la teoría a la prÔctica.Pero eso -como solemos decir- es tema para otro podcast._________________Deseo dedicar un momento al final de este episodio para dar las gracias una vez mÔs a todos los que se han tomado la molestia de hacernos una reseña en iTunes. Al ser el mayor portal de podcasts, las opiniones allí ayudan mucho a promocionar CS.Y gracias a quienes han hecho donaciones a CS recientemente. Cada donación se utiliza para mantener el podcast en funcionamiento.
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  • 67 Aqui no hay bobos
    Este episodio de CS se titula: "AquĆ­ No Hay Bobos".Los Franciscanos tenĆ­an una respuesta al EscolĆ”stico Dominico que vimos en el episodio anterior. De hecho, el equivalente Franciscano de Aquino vivió en la misma Ć©poca. Se llamaba Juan Buenaventura.Nacido en Toscana en 1221 como Juan Fidanza, pasó a ser conocido como Buenaventura cuando se recuperó milagrosamente de una grave enfermedad siendo un niƱo de cuatro aƱos. Al recobrar la salud, su madre anunció: "Buenaventura = Buena fortuna" y el nombre se le quedó grabado.Mientras que Aquino era predominantemente un teólogo, Buenaventura era a la vez teólogo y un consumado administrador en los asuntos de los Franciscanos. Donde TomĆ”s era preciso pero seco, Juan era un mĆ­stico dado a la gran elocuencia. Si Aquino era prosa, Buenaventura era poesĆ­a.Buenaventura se unió a los Franciscanos e inmediatamente destacó en sus estudios. Pasó 3 aƱos en ParĆ­s estudiando con el escolĆ”stico Alejandro de Hales. Alejandro hizo un gran cumplido a su alumno cuando dijo que en Buenaventura "AdĆ”n parece no haber pecado".Terminados sus estudios en ParĆ­s, se quedó a enseƱar, ocupando el puesto de Juan de Parma cuando Ć©ste asumió la dirección de los Franciscanos. Sólo tenĆ­a 26 aƱos. A esa edad, cualquiera se habrĆ­a visto sobrepasado, pues Buenaventura se convirtió en el lĆ­der de los Franciscanos cuando Ć©stos estaban siendo divididos por la fractura de la que hablamos en un episodio anterior. Adoptó una posición intermedia entre las dos partes y fue capaz de negociar una paz incómoda. Fue una tarea brutalmente dura, pero Buenaventura la llevó a cabo con aplomo y se ganó el tĆ­tulo de 2Āŗ fundador de la orden.Durante su mandato al frente de los Franciscanos, se puso en cuestión toda la idea de la vida mendicante. Escribió un tratado que acalló la oposición y reforzó el apoyo a los Mendicantes.Bajo la dirección del primer Consejo General Franciscano de Narbona en 1260, escribió la Leyenda de Francisco, el relato Franciscano autorizado sobre el fundador de la Orden.En 1273 fue nombrado cardenal de Albano (Italia). Murió en Lyon mientras asistĆ­a a un concilio eclesiĆ”stico en 1274. El Papa le aplicó la extrema unción y a su funeral asistieron dignatarios de todo el mundo Cristiano. Fue declarado "Doctor de la Iglesia" en 1587, uno de los mĆ”s altos honores que puede conceder la Iglesia Romana.Dante, feroz crĆ­tico de la religión fingida, concedió a Buenaventura un gran honor al situarlo junto a TomĆ”s de Aquino.Ambos serĆ”n considerados siempre por los estudiosos de la historia uno al lado del otro. Un historiador de la teologĆ­a medieval los llama las estrellas iluminadoras en el horizonte del siglo XIII. Aquino tenĆ­a la mente mĆ”s aguda, pero Buenaventura el corazón mĆ”s cĆ”lido. QuizĆ” por eso cada uno se unió a sus respectivas órdenes: TomĆ”s a los Dominicos y Juan a los Franciscanos.Buenaventura gozó de gran popularidad como predicador. Al ser poeta, sus sermones eran mucho mĆ”s elocuentes que los de sus compaƱeros.Cuando Buenaventura escribió, al igual que Aquino, se dedicó a la teologĆ­a y contribuyó en gran medida a la depuración del pensamiento de la Ć©poca. Para dar una idea del tipo de cosas con las que luchaban los EscolĆ”sticos, he aquĆ­ algunos de los temas en los que intervino Buenaventura. . . .La Trinidad, la creación, el pecado, la Encarnación, la gracia, el EspĆ­ritu Santo, los sacramentos y el MĆ”s AllĆ”. Una vez tratados estos temas bĆ”sicos, se ocupó de toda una serie de otros temas mĆ”s populares de discutir. Cosas como. . .- ĀæPodrĆ­a Dios haber hecho un mundo mejor?- ĀæPodrĆ­a haberlo hecho antes de lo que lo hizo?- ĀæPuede un Ć”ngel estar en varios lugares al mismo tiempo?- ĀæPueden varios Ć”ngeles estar al mismo tiempo en el mismo lugar?- En el momento de su creación, ĀæLucifer era corrupto?o ĀæPertenecĆ­a al orden de los Ć”ngeles?- ĀæExiste una jerarquĆ­a entre los Ć”ngeles caĆ­dos?- ĀæTienen los demonios conocimiento previo de los acontecimientos contingentes?Buenaventura discutió si hubo o no relaciones sexuales antes de la CaĆ­da, si antes de la CaĆ­da el hombre y la mujer eran iguales o no, si AdĆ”n o Eva pecaron mĆ”s gravemente al comer el fruto prohibido.Con cosas tan pesadas e importantes, no es de extraƱar que estos tipos pasaran buena parte de su tiempo sentados en un escritorio, estudiando.Buenaventura estaba de acuerdo con Aquino en negar que MarĆ­a fuera concebida inmaculadamente y estuviera libre del pecado original. Discrepó con su colega Franciscano, Duns Escoto, en la cuestión de la transubstanciación. Aunque Escoto discrepaba de Aquino sobre en quĆ© se convertĆ­an exactamente el pan y el vino, aceptaba la idea de QUE se convertĆ­an en algo MƁS que mero pan y vino, mientras que Buenaventura mantenĆ­a la naturaleza simbólica de los elementos de la Comunión.Aunque Buenaventura era una mente brillante, no es por su teologĆ­a por lo que es conocido. Es difĆ­cil serlo cuando vives en la misma Ć©poca que TomĆ”s de Aquino. Es mĆ”s conocido como mĆ­stico y autor de la Vida de San Francisco.Mientras que la Summa de Aquino se convirtió en el libro de texto teológico de la Iglesia Romana, fueron los escritos devocionales de Buenaventura los que agitaron los corazones de miles de sacerdotes comunes para que buscaran a Dios por la gracia y a travĆ©s de Su Palabra.______________________________________________________________________________Esto nos lleva a otro Franciscano y al Ćŗltimo de los EscolĆ”sticos que consideraremos, Juan Duns [hecho] Escoto.PermĆ­teme comenzar diciendo que los Escotistas, los seguidores de Duns Escoto, y los Tomistas, que seguĆ­an a Aquino, forman las 2 grandes escuelas teológicas de la Edad Media. La batalla entre ellas fue feroz; a veces violenta.Debo decir que, al repasar la obra de Escoto, me resulta difĆ­cil comprender su pensamiento. Como sólo tengo una inteligencia media, la mayor parte de su obra me sobrepasa. Escoto era un verdadero cerebrito y cuando le leo, me pierdo. IntentarĆ© resumir su obra mĆ”s adelante, pero antes echemos un vistazo a su vida. Podemos abarcarla rĆ”pidamente, porque, bueno, no sabemos casi nada de Ć©l.Nació como "John Duns [hecho]"; en Escocia; de ahĆ­ el apodo latino de "Escoto" por el que es mĆ”s conocido. Escoto se hizo sacerdote y se unió a los Franciscanos. La mayor parte de su carrera la pasó dando clases en Oxford. Finalmente enseñó en ParĆ­s y Colonia, donde murió en 1308. Un monumento a Escoto en la iglesia de los Franciscanos de Colonia lleva esta inscripción:-Escocia me dio a luz, Inglaterra me amamantó, Galia me educó, Colonia guarda mis cenizas.Entre las historias que se cuentan de Duns Escoto hay una que da mĆ”s luz sobre sus pensamientos que capĆ­tulos enteros de sus complejos discursos escritos.Escoto conversó con un granjero inglĆ©s sobre el tema de la religión. La conversación giró en torno a la predestinación.Ā  El granjero, que estaba sembrando su campo, dijo a Escoto: "ĀæPor quĆ© me hablas? Si Dios sabe de antemano que me salvarĆ©, me salvarĆ© tanto si hago el bien como si hago el mal".Escoto replicó "Pues bien, si Dios ha sabido de antemano que el grano de tu bolsa crecerĆ” en esta tierra, crecerĆ” tanto si siembras como si retienes tu mano. MĆ”s vale que te ahorres el trabajo que te cuesta".La mente de Escoto era mĆ”s crĆ­tica que constructiva. TendĆ­a a desmenuzar los pensamientos y conclusiones de los demĆ”s mĆ”s que a desarrollar o declarar sus propias posiciones. Su obra parece reaccionaria, aunque sólo utilizaba el mĆ©todo dialĆ©ctico de moda entre los escolĆ”sticos.RecordarĆ”s que el gran empeƱo de los escolĆ”sticos era vincular la fe y la razón; demostrar que la fe no era irracional, sino super-racional. PretendĆ­an demostrar que el intelecto era una herramienta para informar y fortalecer la fe, no para debilitarla.A Escoto se le considera el Ćŗltimo de los EscolĆ”sticos porque su obra debilitó su empeƱo. Utilizando la metodologĆ­a cuestionadora de la dialĆ©ctica, atacó, no la suficiencia de la fe como algunos escolĆ”sticos, sino la suficiencia de la razón como medio para llegar al conocimiento. Sometió las proposiciones escolĆ”sticas a un intenso escrutinio. Mostró cómo varias de las proposiciones teológicas de la Iglesia eran difĆ­ciles de sostener por la razón, y sin embargo la Iglesia decĆ­a que eran verdaderas. AsĆ­ pues, el problema debĆ­a estar en la razón, no en el dogma de la Iglesia. Algunas cosas debĆ­an aceptarse, decĆ­a, por la fe.La habilidad de Escoto para plantear preguntas que acorralaban a la gente en rincones lógicos le acumulo partidarios y enemigos. A veces, sus pensamientos eran tan elaborados; sus escritos, tan confusos, que hoy nos referimos en ingles a una persona mentalmente desorganizada u confundida como un ā€œdunceā€ o "bobo" en espaƱol, palabra derivada del nombre de Duns Escoto en ingles.Escoto dedicó gran parte de su tiempo al tema de la voluntad. Es su trabajo sobre ella, el que enmarcó la base filosófica de los Reformadores y sus puntos de vista sobre la SoberanĆ­a y la Elección de Dios.Escoto fue el primer teólogo Católico importante que apoyó la doctrina de la Inmaculada Concepción de la Virgen MarĆ­a. SegĆŗn Ć©sta, la madre de JesĆŗs, aunque nacida de padres humanos, fue concebida en santidad, sin la mancha del pecado original. Esta idea habĆ­a sido expuesta un siglo antes en Francia, donde inmediatamente suscitó controversia. Escoto defendió este punto de vista en un debate pĆŗblico en ParĆ­s, empleando doscientas lĆ­neas de argumentación en su apoyo y ganĆ”ndose a la universidad para su bando. Aunque Aquino la rechazó, la opinión de Escoto se impuso. En diciembre de 1854, el Papa PĆ­o IX, Franciscano, declaró que la doctrina de la Inmaculada Concepción era un hecho divinamente revelado y un dogma Católico oficial.La reputación de Aquino en filosofĆ­a y teologĆ­a ha eclipsado la de Escoto, aunque Ć©ste influyó en un amplio abanico de pensadores posteriores, como el filósofo protestante alemĆ”n del siglo XVIII Leibniz y el teólogo Católico francĆ©s del siglo XX Teilhard de Chardin. El existencialismo del siglo XX resucitó el Ć©nfasis de Escoto en la voluntad por encima de la razón.Si asistes a una clase de filosofĆ­a en la universidad hoy en dĆ­a, lo mĆ”s probable es que te digan que la fe y la razón son cosas totalmente separadas. La razón, se postula, se basa en la evidencia y en la facultad de la mente. La fe estĆ” divorciada tanto de la razón como de la evidencia, y la razón siempre triunfa sobre la fe. Se trata de un giro completo con respecto a los EscolĆ”sticos, a quienes pueden atribuirse algunos de los momentos mĆ”s elevados de la larga historia del anĆ”lisis filosófico. Para ellos, la fe era lo primero, y la razón una herramienta que ayudaba a completar y reforzar la fe.Duns Escoto comenzó a alejarse de eso mostrando lo poco fiable que podĆ­a ser la razón. Su objetivo era recordar a los EscolĆ”sticos que, al hacer hincapiĆ© en la razón, habĆ­an descuidado la primacĆ­a de la Fe. Pero en el divorcio que postuló entre fe y razón, lo que ocurrió fue que pensadores posteriores corrieron con la razón como separada y superior a la fe. Si Duns Escoto apareciera hoy en una conferencia de filosofĆ­a universitaria, llorarĆ­a porque sus ideas han sido tan poco desarrolladas. Y aniquilarĆ­a el pensamiento deficiente del profesor laico.
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  • 67 Aqui no hay bobos
    Este episodio de CS se titula: "AquĆ­ No Hay Bobos".Los Franciscanos tenĆ­an una respuesta al EscolĆ”stico Dominico que vimos en el episodio anterior. De hecho, el equivalente Franciscano de Aquino vivió en la misma Ć©poca. Se llamaba Juan Buenaventura.Nacido en Toscana en 1221 como Juan Fidanza, pasó a ser conocido como Buenaventura cuando se recuperó milagrosamente de una grave enfermedad siendo un niƱo de cuatro aƱos. Al recobrar la salud, su madre anunció: "Buenaventura = Buena fortuna" y el nombre se le quedó grabado.Mientras que Aquino era predominantemente un teólogo, Buenaventura era a la vez teólogo y un consumado administrador en los asuntos de los Franciscanos. Donde TomĆ”s era preciso pero seco, Juan era un mĆ­stico dado a la gran elocuencia. Si Aquino era prosa, Buenaventura era poesĆ­a.Buenaventura se unió a los Franciscanos e inmediatamente destacó en sus estudios. Pasó 3 aƱos en ParĆ­s estudiando con el escolĆ”stico Alejandro de Hales. Alejandro hizo un gran cumplido a su alumno cuando dijo que en Buenaventura "AdĆ”n parece no haber pecado".Terminados sus estudios en ParĆ­s, se quedó a enseƱar, ocupando el puesto de Juan de Parma cuando Ć©ste asumió la dirección de los Franciscanos. Sólo tenĆ­a 26 aƱos. A esa edad, cualquiera se habrĆ­a visto sobrepasado, pues Buenaventura se convirtió en el lĆ­der de los Franciscanos cuando Ć©stos estaban siendo divididos por la fractura de la que hablamos en un episodio anterior. Adoptó una posición intermedia entre las dos partes y fue capaz de negociar una paz incómoda. Fue una tarea brutalmente dura, pero Buenaventura la llevó a cabo con aplomo y se ganó el tĆ­tulo de 2Āŗ fundador de la orden.Durante su mandato al frente de los Franciscanos, se puso en cuestión toda la idea de la vida mendicante. Escribió un tratado que acalló la oposición y reforzó el apoyo a los Mendicantes.Bajo la dirección del primer Consejo General Franciscano de Narbona en 1260, escribió la Leyenda de Francisco, el relato Franciscano autorizado sobre el fundador de la Orden.En 1273 fue nombrado cardenal de Albano (Italia). Murió en Lyon mientras asistĆ­a a un concilio eclesiĆ”stico en 1274. El Papa le aplicó la extrema unción y a su funeral asistieron dignatarios de todo el mundo Cristiano. Fue declarado "Doctor de la Iglesia" en 1587, uno de los mĆ”s altos honores que puede conceder la Iglesia Romana.Dante, feroz crĆ­tico de la religión fingida, concedió a Buenaventura un gran honor al situarlo junto a TomĆ”s de Aquino.Ambos serĆ”n considerados siempre por los estudiosos de la historia uno al lado del otro. Un historiador de la teologĆ­a medieval los llama las estrellas iluminadoras en el horizonte del siglo XIII. Aquino tenĆ­a la mente mĆ”s aguda, pero Buenaventura el corazón mĆ”s cĆ”lido. QuizĆ” por eso cada uno se unió a sus respectivas órdenes: TomĆ”s a los Dominicos y Juan a los Franciscanos.Buenaventura gozó de gran popularidad como predicador. Al ser poeta, sus sermones eran mucho mĆ”s elocuentes que los de sus compaƱeros.Cuando Buenaventura escribió, al igual que Aquino, se dedicó a la teologĆ­a y contribuyó en gran medida a la depuración del pensamiento de la Ć©poca. Para dar una idea del tipo de cosas con las que luchaban los EscolĆ”sticos, he aquĆ­ algunos de los temas en los que intervino Buenaventura. . . .La Trinidad, la creación, el pecado, la Encarnación, la gracia, el EspĆ­ritu Santo, los sacramentos y el MĆ”s AllĆ”. Una vez tratados estos temas bĆ”sicos, se ocupó de toda una serie de otros temas mĆ”s populares de discutir. Cosas como. . .- ĀæPodrĆ­a Dios haber hecho un mundo mejor?- ĀæPodrĆ­a haberlo hecho antes de lo que lo hizo?- ĀæPuede un Ć”ngel estar en varios lugares al mismo tiempo?- ĀæPueden varios Ć”ngeles estar al mismo tiempo en el mismo lugar?- En el momento de su creación, ĀæLucifer era corrupto?o ĀæPertenecĆ­a al orden de los Ć”ngeles?- ĀæExiste una jerarquĆ­a entre los Ć”ngeles caĆ­dos?- ĀæTienen los demonios conocimiento previo de los acontecimientos contingentes?Buenaventura discutió si hubo o no relaciones sexuales antes de la CaĆ­da, si antes de la CaĆ­da el hombre y la mujer eran iguales o no, si AdĆ”n o Eva pecaron mĆ”s gravemente al comer el fruto prohibido.Con cosas tan pesadas e importantes, no es de extraƱar que estos tipos pasaran buena parte de su tiempo sentados en un escritorio, estudiando.Buenaventura estaba de acuerdo con Aquino en negar que MarĆ­a fuera concebida inmaculadamente y estuviera libre del pecado original. Discrepó con su colega Franciscano, Duns Escoto, en la cuestión de la transubstanciación. Aunque Escoto discrepaba de Aquino sobre en quĆ© se convertĆ­an exactamente el pan y el vino, aceptaba la idea de QUE se convertĆ­an en algo MƁS que mero pan y vino, mientras que Buenaventura mantenĆ­a la naturaleza simbólica de los elementos de la Comunión.Aunque Buenaventura era una mente brillante, no es por su teologĆ­a por lo que es conocido. Es difĆ­cil serlo cuando vives en la misma Ć©poca que TomĆ”s de Aquino. Es mĆ”s conocido como mĆ­stico y autor de la Vida de San Francisco.Mientras que la Summa de Aquino se convirtió en el libro de texto teológico de la Iglesia Romana, fueron los escritos devocionales de Buenaventura los que agitaron los corazones de miles de sacerdotes comunes para que buscaran a Dios por la gracia y a travĆ©s de Su Palabra.______________________________________________________________________________Esto nos lleva a otro Franciscano y al Ćŗltimo de los EscolĆ”sticos que consideraremos, Juan Duns [hecho] Escoto.PermĆ­teme comenzar diciendo que los Escotistas, los seguidores de Duns Escoto, y los Tomistas, que seguĆ­an a Aquino, forman las 2 grandes escuelas teológicas de la Edad Media. La batalla entre ellas fue feroz; a veces violenta.Debo decir que, al repasar la obra de Escoto, me resulta difĆ­cil comprender su pensamiento. Como sólo tengo una inteligencia media, la mayor parte de su obra me sobrepasa. Escoto era un verdadero cerebrito y cuando le leo, me pierdo. IntentarĆ© resumir su obra mĆ”s adelante, pero antes echemos un vistazo a su vida. Podemos abarcarla rĆ”pidamente, porque, bueno, no sabemos casi nada de Ć©l.Nació como "John Duns [hecho]"; en Escocia; de ahĆ­ el apodo latino de "Escoto" por el que es mĆ”s conocido. Escoto se hizo sacerdote y se unió a los Franciscanos. La mayor parte de su carrera la pasó dando clases en Oxford. Finalmente enseñó en ParĆ­s y Colonia, donde murió en 1308. Un monumento a Escoto en la iglesia de los Franciscanos de Colonia lleva esta inscripción:-Escocia me dio a luz, Inglaterra me amamantó, Galia me educó, Colonia guarda mis cenizas.Entre las historias que se cuentan de Duns Escoto hay una que da mĆ”s luz sobre sus pensamientos que capĆ­tulos enteros de sus complejos discursos escritos.Escoto conversó con un granjero inglĆ©s sobre el tema de la religión. La conversación giró en torno a la predestinación.Ā  El granjero, que estaba sembrando su campo, dijo a Escoto: "ĀæPor quĆ© me hablas? Si Dios sabe de antemano que me salvarĆ©, me salvarĆ© tanto si hago el bien como si hago el mal".Escoto replicó "Pues bien, si Dios ha sabido de antemano que el grano de tu bolsa crecerĆ” en esta tierra, crecerĆ” tanto si siembras como si retienes tu mano. MĆ”s vale que te ahorres el trabajo que te cuesta".La mente de Escoto era mĆ”s crĆ­tica que constructiva. TendĆ­a a desmenuzar los pensamientos y conclusiones de los demĆ”s mĆ”s que a desarrollar o declarar sus propias posiciones. Su obra parece reaccionaria, aunque sólo utilizaba el mĆ©todo dialĆ©ctico de moda entre los escolĆ”sticos.RecordarĆ”s que el gran empeƱo de los escolĆ”sticos era vincular la fe y la razón; demostrar que la fe no era irracional, sino super-racional. PretendĆ­an demostrar que el intelecto era una herramienta para informar y fortalecer la fe, no para debilitarla.A Escoto se le considera el Ćŗltimo de los EscolĆ”sticos porque su obra debilitó su empeƱo. Utilizando la metodologĆ­a cuestionadora de la dialĆ©ctica, atacó, no la suficiencia de la fe como algunos escolĆ”sticos, sino la suficiencia de la razón como medio para llegar al conocimiento. Sometió las proposiciones escolĆ”sticas a un intenso escrutinio. Mostró cómo varias de las proposiciones teológicas de la Iglesia eran difĆ­ciles de sostener por la razón, y sin embargo la Iglesia decĆ­a que eran verdaderas. AsĆ­ pues, el problema debĆ­a estar en la razón, no en el dogma de la Iglesia. Algunas cosas debĆ­an aceptarse, decĆ­a, por la fe.La habilidad de Escoto para plantear preguntas que acorralaban a la gente en rincones lógicos le acumulo partidarios y enemigos. A veces, sus pensamientos eran tan elaborados; sus escritos, tan confusos, que hoy nos referimos en ingles a una persona mentalmente desorganizada u confundida como un ā€œdunceā€ o "bobo" en espaƱol, palabra derivada del nombre de Duns Escoto en ingles.Escoto dedicó gran parte de su tiempo al tema de la voluntad. Es su trabajo sobre ella, el que enmarcó la base filosófica de los Reformadores y sus puntos de vista sobre la SoberanĆ­a y la Elección de Dios.Escoto fue el primer teólogo Católico importante que apoyó la doctrina de la Inmaculada Concepción de la Virgen MarĆ­a. SegĆŗn Ć©sta, la madre de JesĆŗs, aunque nacida de padres humanos, fue concebida en santidad, sin la mancha del pecado original. Esta idea habĆ­a sido expuesta un siglo antes en Francia, donde inmediatamente suscitó controversia. Escoto defendió este punto de vista en un debate pĆŗblico en ParĆ­s, empleando doscientas lĆ­neas de argumentación en su apoyo y ganĆ”ndose a la universidad para su bando. Aunque Aquino la rechazó, la opinión de Escoto se impuso. En diciembre de 1854, el Papa PĆ­o IX, Franciscano, declaró que la doctrina de la Inmaculada Concepción era un hecho divinamente revelado y un dogma Católico oficial.La reputación de Aquino en filosofĆ­a y teologĆ­a ha eclipsado la de Escoto, aunque Ć©ste influyó en un amplio abanico de pensadores posteriores, como el filósofo protestante alemĆ”n del siglo XVIII Leibniz y el teólogo Católico francĆ©s del siglo XX Teilhard de Chardin. El existencialismo del siglo XX resucitó el Ć©nfasis de Escoto en la voluntad por encima de la razón.Si asistes a una clase de filosofĆ­a en la universidad hoy en dĆ­a, lo mĆ”s probable es que te digan que la fe y la razón son cosas totalmente separadas. La razón, se postula, se basa en la evidencia y en la facultad de la mente. La fe estĆ” divorciada tanto de la razón como de la evidencia, y la razón siempre triunfa sobre la fe. Se trata de un giro completo con respecto a los EscolĆ”sticos, a quienes pueden atribuirse algunos de los momentos mĆ”s elevados de la larga historia del anĆ”lisis filosófico. Para ellos, la fe era lo primero, y la razón una herramienta que ayudaba a completar y reforzar la fe.Duns Escoto comenzó a alejarse de eso mostrando lo poco fiable que podĆ­a ser la razón. Su objetivo era recordar a los EscolĆ”sticos que, al hacer hincapiĆ© en la razón, habĆ­an descuidado la primacĆ­a de la Fe. Pero en el divorcio que postuló entre fe y razón, lo que ocurrió fue que pensadores posteriores corrieron con la razón como separada y superior a la fe. Si Duns Escoto apareciera hoy en una conferencia de filosofĆ­a universitaria, llorarĆ­a porque sus ideas han sido tan poco desarrolladas. Y aniquilarĆ­a el pensamiento deficiente del profesor laico.
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  • 66 El Buey de Dios
    Este Episodio se titula "El Buey de Dios". Empiezo con un agradecimiento a quienes han hecho una reseƱa de CS en la tienda iTunes, donde muchos se suscriben al podcast. Aunque iTunes es sólo una salida para el mundo de los podcasts, resulta ser EL PRINCIPAL lugar para calificar y promocionar podcasts.Mira, lo que hacemos aquĆ­ es totalmente un trabajo de aficionados. CS es una labor de amor y no pretende ser una revisión erudita de la historia. Comparto estos episodios con la esperanza de que otros puedan acompaƱarme y aprender conmigo. No pretendo que sea exhaustivo. Al contrario, es un relato superficial que pretende dar una breve visión general de la historia de la Iglesia; una especie de repaso verbal, con momentos ocasionales en los que nos detenemos en algo interesante. Pretendo dar a los oyentes una idea bĆ”sica de cuĆ”ndo ocurrieron los acontecimientos en relación con los demĆ”s; quiĆ©nes fueron algunos de los principales actores y actrices con el papel que desempeƱaron. Y, como he dicho antes, los episodios son intencionadamente cortos para facilitar que se escuchen en los breves momentos en que la gente estĆ” haciendo ejercicio, haciendo tareas domĆ©sticas, dando un paseo, yendo en coche al trabajo. Lo que es una maravilla es oĆ­r todas las formas en que la gente se HA conectado a CS. Algunos han descargado un montón de episodios y los han escuchado mientras cruzaban el paĆ­s en coche o volaban al extranjero.Hace un tiempo estaba en una conferencia, hablando tranquilamente con unos amigos, cuando un tipo sentado en la fila de delante se volvió y me dijo: "ĀæEres Lance? ĀæTienes el podcast Communio Sanctorum?". Reconoció mi voz. Lo pasamos muy bien conociĆ©ndonos mejor. En otra ocasión, durante un viaje por Israel, conocĆ­ a un tipo en el comedor de uno de nuestros hoteles que es fan del podcast. Eso sĆ­ que fue un acontecimiento.Este Podcast en espaƱol empezó de igual manera cuando su servidor Roberto Aguayo conoció a Lance despuĆ©s de escuchar Ć©l podcast y le pidió si lo podĆ­a traducir y grabar en espaƱol. No sĆ© si fui yo, pero igual me sentĆ© delante de Lance en una conferencia de pastores y reconocĆ­ su voz detrĆ”s de mĆ­ y me volteĆ© a saludarlo. AsĆ­ comenzó esta aventura.De todos modos, agradezco que la gente deje comentarios en la pĆ”gina de FB o envĆ­e un correo electrónico. Pero lo mejor de todo es calificar el podcast y escribir una reseƱa rĆ”pida en iTunes, y luego decirles a tus amigos que nos escuchen.______________________________________________________________________________________________________________Ahora, volvamos a los EscolĆ”sticos.Aunque impulsado por la obra de Abelardo y Anselmo, el escolasticismo alcanzó su apogeo cuando el filósofo griego Aristóteles fue redescubierto por los eruditos europeos. Las Cruzadas entraron en contacto con eruditos musulmanes que debatieron la filosofĆ­a de Aristóteles. Sus pensamientos regresaron con los Cruzados y se transmitieron a las escuelas teológicas ubicadas en las órdenes mendicantes de los Dominicos y los Franciscanos. Ɖstos eran los grupos a los que la Iglesia habĆ­a encomendado el estudio de la teologĆ­a.Ā  A mediados del siglo XIII, se produjo una especie de renacimiento de Aristóteles en estas escuelas. Es curioso que a principios del siglo XIII se prohibiera la lectura de Aristóteles. Al fin y al cabo, era un griego pagano. ĀæQuĆ© podĆ­an aprender de Ć©l los cristianos? Pero, como sabe cualquier universitario, hay una forma de asegurarse de que algo se lea. Prohibirlo. AsĆ­ que un par de dĆ©cadas despuĆ©s, se permitió la lectura de partes de Aristóteles. A mediados de siglo, era lectura obligatoria y tanto Ć©l como su mentor Platón y su maestro Sócrates fueron bautizados extraoficialmente y convertidos en santos precristianos.Tiene sentido que la filosofĆ­a de Aristóteles resucitara cuando recordamos que el objetivo de los escolĆ”sticos era aplicar la razón a la fe; tratar de comprender con la mente racional lo que el espĆ­ritu ya creĆ­a. Fue Aristóteles quien habĆ­a desarrollado las reglas de la lógica formal.Durante la Edad Media en Europa, todo el aprendizaje tenĆ­a lugar bajo la atenta mirada de la Iglesia. La teologĆ­a reinaba entre las ciencias. Filósofos como Aristóteles, el musulmĆ”n Averroes [ah-ver-O -ee] y el judĆ­o Maimónides eran estudiados junto a la Biblia. Los eruditos estaban especialmente fascinados por Aristóteles. ParecĆ­a haber explicado todo el universo, no utilizando las Escrituras, sino sus poderes de observación y razón.Para algunos ultraconservadores, este Ć©nfasis en la razón amenazaba con debilitar las creencias tradicionales. Los cristianos habĆ­an llegado a pensar que el conocimiento sólo podĆ­a llegar a travĆ©s de la revelación de Dios, que sólo aquellos a quienes Dios decidiera revelar la verdad podĆ­an comprender el universo. ĀæCómo podĆ­a cuadrar esto con el conocimiento que enseƱaban estas filosofĆ­as reciĆ©n redescubiertas?__________________________________________________________________________________________________________La cumbre de la teologĆ­a escolĆ”stica llegó con TomĆ”s de Aquino. Su obra marcó para siempre la dirección del Catolicismo. Su influencia fue tan profunda que se le dio el tĆ­tulo de "Dr. Angelicus - el Doctor AngĆ©lico". Su obra magna fue la Suma Teológica, en la que afirmaba que el razonamiento filosófico y la fe eran complementos perfectos: La razón conduce a la fe.Nació en Italia, hijo del conde Lundulfo de Aquino y de su esposa Teodora. Desde muy joven quedó claro que TomĆ”s serĆ­a un niƱo fĆ­sicamente corpulento. A los 5 aƱos fue enviado a una escuela en el cercano monasterio de Monte Cassino que Benito habĆ­a iniciado 700 aƱos antes. A los 14, TomĆ”s fue a la Universidad de NĆ”poles, donde su maestro Dominico le impresionó tanto que TomĆ”s decidió que Ć©l tambiĆ©n se unirĆ­a a la nueva orden Dominicana, orientada al estudio.Su familia se opuso ferozmente, esperando que se convirtiera en un rico abad o arzobispo en lugar de hacer el voto de pobreza de los mendicantes. Los hermanos de TomĆ”s lo secuestraron y confinaron durante mĆ”s de un aƱo. Su familia le tentó con una prostituta y una oferta para comprarle el arzobispado de NĆ”poles. TomĆ”s no quiso. Se marchó a ParĆ­s, sede de los estudios teológicos de la Europa medieval. AllĆ­ cayó bajo el hechizo del erudito Alberto Magno.Cuando TomĆ”s comenzó sus estudios, nadie sospecharĆ­a el futuro que le aguardaba. Era colosalmente obeso, gran parte de su tamaƱo se debĆ­a a que padecĆ­a edema, tambiĆ©n conocido como hidropesĆ­a. TenĆ­a un ojo enorme que empequeƱecĆ­a al otro y daba a su rostro un aspecto distorsionado que muchos encontraban desconcertante. Socialmente, era cualquier cosa menos la figura dinĆ”mica y carismĆ”tica que algunos podrĆ­an suponer; ya sabes, algo para compensar su torpe aspecto fĆ­sico.Ā  Aquino era introspectivo y silencioso la mayor parte del tiempo. Cuando hablaba, lo que decĆ­a a menudo no tenĆ­a nada que ver con la conversación en curso. En la universidad, sus compaƱeros le llamaban "el buey tonto", un tĆ­tulo que parecĆ­a apropiado tanto por su aspecto como por su comportamiento.De lo que la gente no se dio cuenta hasta mĆ”s tarde fue de la mente increĆ­blemente aguda que se escondĆ­a tras su aspecto discreto, y de la brillante forma en que era capaz de ordenar sus pensamientos en un lenguaje persuasivo que los demĆ”s pudieran entender. Recuerda que el objetivo de los escolĆ”sticos era proporcionar una comprensión racional a lo que creen los cristianos. Aquino dio un apoyo crĆ­tico a doctrinas como los atributos de Dios, la Resurrección y la creación ex-nihilo; la creación a partir de la nada. Aunque Ć©stas son cosas que defienden la mayorĆ­a de los cristianos, Aquino tambiĆ©n apoyó creencias claramente Romanas, como la veneración de MarĆ­a, el purgatorio, el papel del mĆ©rito humano en la salvación y los siete sacramentos por los que Dios transmite la gracia a travĆ©s del clero Romano. TambiĆ©n dio mucho apoyo a la Transubstanciación, la idea de que los elementos de la Comunión se convierten en el cuerpo y la sangre reales y literales de Cristo en la Misa.Sus pensamientos teológicos y filosóficos le consumĆ­an. SegĆŗn un relato, estaba cenando con el rey Luis IX de Francia. Mientras los demĆ”s conversaban, TomĆ”s miraba al vacĆ­o, ensimismado. Olvidando o sin importarle dónde estaba, golpeó la mesa con el puƱo y gritó: "Ā”Ah! He aquĆ­ un argumento que destruirĆ” a los Maniqueos". -- un grupo herĆ©tico de Ć©pocas pasadas.Al principio de su Suma Teológica, TomĆ”s distinguió entre filosofĆ­a y teologĆ­a, entre razón y revelación. Contrariamente a lo que algunos habĆ­an afirmado, la verdadera teologĆ­a y la filosofĆ­a no se contradicen. Cada una de ellas es una vĆ­a de conocimiento ordenada por Dios.Siguiendo a Aristóteles, TomĆ”s propuso que la razón se basa en lo que nos dicen nuestros sentidos: lo que podemos ver, sentir, oĆ­r, oler y tocar. La Revelación se basa en algo mĆ”s. Aunque la razón puede llevarnos a creer en Dios -algo que ya habĆ­an dicho otros teólogos como Anselmo-, sólo la revelación puede mostrarnos a Dios tal como es realmente, el Dios de la Biblia. La filosofĆ­a deja clara la existencia de Dios. Pero sólo la teologĆ­a basada en la Revelación nos dice cómo es el Dios que existe.TomĆ”s aceptó el principio de Aristóteles de que todo efecto tiene una causa, toda causa una causa anterior, y asĆ­ sucesivamente hasta la Causa Primera. Declaró que la creación se remonta a una Causa Primera divina, el Creador. Sin embargo, el conocimiento pleno de Dios -la Trinidad, por ejemplo- sólo llega a travĆ©s de la revelación. A partir de este conocimiento descubrimos el origen y el destino del hombre.Aquino continĆŗa: "El hombre es un pecador necesitado de salvación: El hombre es un pecador necesitado de una gracia especial de Dios. Jesucristo, con su sacrificio, ha conseguido la reconciliación del hombre con Dios. Todos los que reciben los beneficios de la obra de Cristo estĆ”n justificados, pero la clave, como en la enseƱanza católica tradicional, reside en la forma en que se aplican los beneficios de la obra de Cristo. Cristo ganó la gracia; pero la Iglesia la imparte. Aquino enseñó que los cristianos necesitan la infusión constante de la "gracia cooperante", mediante la cual se estimulan en el alma las virtudes cristianas. Ayudado por esta gracia cooperante, el cristiano puede hacer obras que agraden a Dios y ganar mĆ©ritos especiales a los ojos de Dios.Esta gracia, decĆ­a Aquino, sólo llega a los hombres a travĆ©s de los sacramentos divinamente designados y puestos bajo la custodia de la Iglesia; es decir, la Iglesia romana visible y organizada, dirigida por el Papa. Tan convencido estaba Aquino de la autoridad divina del Papado que insistĆ­a en que la sumisión al Papa era necesaria para la salvación.Siguiendo a un escolĆ”stico anterior, Pedro de LombardĆ­a, Aquino sostuvo que los siete sacramentos son un medio por el que la Iglesia imparte la gracia a las personas. DecĆ­a que, puesto que el pecado sigue siendo un problema para el creyente bautizado, Dios proporcionaba la penitencia, un sacramento que permitĆ­a la curación espiritual.Con cierta cautela, TomĆ”s tambiĆ©n aceptó la prĆ”ctica de las indulgencias que habĆ­a ganado aceptación durante las Cruzadas. Aquino enseƱaba que, gracias a la obra de Cristo y a los hechos meritorios de los santos, la Iglesia tenĆ­a acceso a un "tesoro de mĆ©ritos", una especie de gran reserva espiritual de bondad sobrante. Los sacerdotes podĆ­an recurrir a este depósito para ayudar a los cristianos que no tuvieran mĆ©ritos propios suficientes. Examinaremos mĆ”s detenidamente las indulgencias mĆ”s adelante, cuando lleguemos a la Reforma.Aquino dijo que los malvados pasan al infierno, mientras que los fieles que han utilizado sabiamente los medios de gracia pasan inmediatamente al cielo. Pero el grueso de los cristianos que habĆ­an seguido a Cristo de forma inadecuada, tenĆ­an que sufrir la purificación en el purgatorio antes de ascender a las alegrĆ­as del cielo. Afortunadamente, estas almas no estĆ”n mĆ”s allĆ” de la ayuda de la Iglesia en la Tierra, razonaba Aquino. Las oraciones a los santos y las misas especiales podĆ­an aliviar las penas de las almas del purgatorio.Ahora bien, no habĆ­a nada nuevo en todo esto. Ya se habĆ­a dicho muchas veces. Pero TomĆ”s situó las enseƱanzas tradicionales de la Iglesia en un marco cósmico.Los escritos de TomĆ”s, y habĆ­a mĆ”s de los que contenĆ­a la Summa, fueron atacados antes de que estuviera en la tumba. En 1277, el arzobispo de ParĆ­s intentó que se condenara a TomĆ”s, pero el clero de Roma lo impidió. Aunque TomĆ”s fue canonizado en 1325, pasaron otros 200 aƱos antes de que sus enseƱanzas fueran aclamadas como preeminentes y una importante refutación del protestantismo. Sus escritos desempeƱaron un papel destacado en el Concilio de Trento de la Contrarreforma.En 1879, una bula papal respaldó la teologĆ­a de Aquino, hoy conocida como Tomismo, como expresión autĆ©ntica de la doctrina y dijo que debĆ­a ser estudiada por todos los estudiantes de teologĆ­a. Tanto los eruditos Protestantes como los Católicos estudian profundamente su obra.Probablemente, el propio TomĆ”s no estarĆ­a satisfecho. Hacia el final de su vida, tuvo una visión que le obligó a abandonar su pluma. Aunque habĆ­a experimentado tales visiones durante aƱos, Ć©sta era diferente. Su secretario le rogó que recogiera la pluma y continuara, pero Aquino replicó: "No puedo. Se me han revelado tales cosas que lo que he escrito no parece mĆ”s que paja". Su Suma Teológica, uno de los escritos mĆ”s influyentes de la historia de la Iglesia, quedó inconclusa cuando murió tres meses despuĆ©s.
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